Tanto cubre la noche cuando se viste de negro
y los tacones realzan sus formas
que me pierdo siempre en sus ojos cósmicos
y profundamente inquietantes.
Los bolsillos llenos de piedras que me pesan
más que la gravedad de su mirada
cuando me recuerda al cielo y
a su inmensidad de la que me canso.
Dejo que pase el frío del sueño
y se me cuela por las mañanas en el café
reciclando así lo que espiro
inspirando tus suspiros desesperados.
Me pongo los zapatos y me calo el abrigo
y me calan tus penas porque apenas,
si te dejan, llegas a la línea de meta
entre astros en bandeja.